LOS VERANEANTES, de Antón Chejov

Dice un refrán que es “mejor estar sólo que mal acompañado”. Eso mismo debieron pensar Sascha y Varia, protagonistas de Los veraneantes, el texto que hemos leído esta semana en nuestro Taller de Lectura, cuando vieron descencer de un tren a siete miembros de su familia y a una institutriz que los acompañaba.

Eran Sascha y Varia una pareja de recién casados que vivían sus primeras vacaciones juntos. Se las prometían muy felices. En su luna de miel, todo era perfecto. Se tenían el uno al otro y no necesitaban nada más.

Hasta que llegó el tren. La inesperada llegada de los familiares generó las primeras desavenencias en estos recién casados, que tendrían que compartir ahora sus residencia, su comida… y, lo que es más grave, su tiempo, antes reservado para ellos solos, con tan incómodos visitantes.


Importante la presencia de una luna que aparece personificada en el relato. Al comienzo del texto, el satélite muestra cierta envidia hacia la evidente felicidad de la pareja (“La luna, por entre los jirones de nubes, les miraba frunciendo el entrecejo. Con seguridad sentía envidia y enojo por su aburrida y forzosa virginidad.”, “La luna, escondiéndose detrás de una nube, hizo un guiño, como si hubiera tomado rapé. Sin duda, el espectáculo de la humana felicidad le recordaba su propia soledad...”). Al final del mismo, sus emociones han cambiado. Se siente feliz y aliviada de no tener una familia que la moleste (“Por detrás de una nube asomó lentamente la luna. Parecía sonreír... Parecía agradarle no tener parientes...”)

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