Dice un refrán que es “mejor estar sólo que mal acompañado”.
Eso mismo debieron pensar Sascha y Varia, protagonistas de Los veraneantes, el texto que hemos leído esta semana en
nuestro Taller de Lectura, cuando vieron descencer de un tren a siete miembros
de su familia y a una institutriz que los acompañaba.
Eran Sascha y Varia una pareja de recién casados que vivían
sus primeras vacaciones juntos. Se las prometían muy felices. En su luna de
miel, todo era perfecto. Se tenían el uno al otro y no necesitaban nada más.
Hasta que llegó el tren. La inesperada llegada de los
familiares generó las primeras desavenencias en estos recién casados, que
tendrían que compartir ahora sus residencia, su comida… y, lo que es más grave,
su tiempo, antes reservado para ellos solos, con tan incómodos visitantes.
Importante la presencia de una luna
que aparece personificada en el relato. Al comienzo del texto, el satélite muestra
cierta envidia hacia la evidente felicidad de la pareja (“La luna, por entre los jirones de
nubes, les miraba frunciendo el entrecejo. Con seguridad sentía envidia y enojo
por su aburrida y forzosa virginidad.”, “La
luna, escondiéndose detrás de una nube, hizo un guiño, como si hubiera tomado
rapé. Sin duda, el espectáculo de la humana felicidad le recordaba su propia
soledad...”). Al final
del mismo, sus emociones han cambiado. Se siente feliz y aliviada de no tener
una familia que la moleste (“Por detrás
de una nube asomó lentamente la luna. Parecía sonreír... Parecía agradarle no
tener parientes...”)
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