¡Por fin ha regresado
el Taller de Lectura a nuestra aula del CPAP!
Iniciamos el curso con Los tres anillos, un breve pero interesante
cuento de Giovanni Boccaccio, autor del que el pasado año compartimos El cocinero Chichibio.
Boccaccio emplea el
recurso de la narración
enmarcada, una técnica literaria
que consiste en la inclusión de uno o varios relatos dentro de una narración
principal.
El relato principal es
el del sultán Saladino, que necesita dinero para un compromiso y que, para
conseguirlo, recurre al prestamista judío Melquidesec. El mahometano Saladino
es poderoso y violento pero no quiere conseguir el dinero por la fuerza, sino que
tiende una trampa al usurero. Antes de pedirle o exigirle nada, quiere conocer
su voluntad para con él. De este modo, se le ocurre realizarle una pregunta que
dará luz a todas sus reticencias: ¿cuál de las tres religiones es la verdadera: la
judía, la mahometana o la cristiana?
Melquidesec salió del
entuerto con sabiduría. Narró al sultán la historia de un padre que tenía tres
hijos y un valiosísimo anillo de oro que había sido entregado de generación en
generación por su padre, abuelo y demás antepasados, al hijo más querido. Pero
él quería a sus tres vástagos por igual, por lo que mandó construir dos
réplicas exactas de la sortija para legárselas el día de su muerte, de manera
que no se pudiese saber cuál era la original.
Los tres anillos son
metáforas de las tres religiones monoteístas. Según Melquidesec, las tres
religiones son dignas de Dios, aunque sólo una es la verdadera, pero nosotros,
los humanos, no tenemos capacidad para discernir cuál de ellas es.
La respuesta del judío
satisfizo a Saladino, que consiguió el préstamo, y ambos se hicieron amigos.
En este cuento,
Boccaccio, desde una perspectiva humanista, hace un alegato por la tolerancia y
el respeto entre distintos credos; aboga por la convivencia pacífica entre los
fieles de las tres religiones.
A pesar de todo, el
texto no puede pasar por alto algunos estereotipos que todavía están vigentes
en nuestra época. El judío aparece retratado como un ser avaricioso, dedicado a
la usura. El musulmán, por su parte, es severo, violento, temible. Por su parte,
el cristiano, reflejado en la persona del narrador, sabe mantenerse al margen,
intenta ser objetivo y practicar con el ejemplo, pues se muestra respetuoso con
los protagonistas.
en donde se desarrollan los eventos
ResponderEliminarcuando se publico el cuento
ResponderEliminaren el siglo XIV
EliminarQue temas aparecen?
ResponderEliminarPorque el judío era tan sabio...
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