No sé si, como yo, pensáis que el texto de esta semana es fácilmente extrapolable a la
coyuntura actual en nuestro país…
Hemos leído una mordaz sátira sobre el mundo empresarial
japonés. En el relato, las fábricas producen a gran escala y la mano de obra se
hace innecesaria. Todos los meses, decenas de miles de trabajadores pierden su
empleo y, sin embargo, no se produce ningún tipo de rebelión social
(manifestaciones, huelgas…). Los capitalistas, los poderosos, empresarios y políticos, a los que
Akugatawa llama los “kappa” (ser mitológico japonés, con apariencia mezcla de rana y de tortuga, al que le encanta alimentarse de niños pequeños...), se encargan de evitar levantamientos estableciendo
leyes que exterminan a la clase trabajadora. Los obreros despedidos son
asesinados y su carne se comercializa. De este modo, se evitan revueltas y el
precio de la carne baja, de manera que es asequible a cualquier bolsillo. El
Estado les ahorra sufrimientos a los obreros, que no han de preocuparse por su
futuro.
Y todo esto se ve casi como algo natural… La plebe parece
estar inmunizada ante todo tipo de injusticias y castigos, insensibilizada ante
los desastres… y adopta un papel pasivo, de mero espectador, cuando son ellos
mismos los que está sufriendo todas esas
penurias.
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