Ya podéis leer los microrrelatos que han escrito los compañeros del Taller de Lectura del CPAP para el concurso "Partir de un comiezo" (2ª edición). En las próximas sesiones realizaremos la votación para decidir cuál de ellos se merece el premio:
UNA GRAN SUERTE
Cuando
cerré la puerta olvidé que me había dejado la maleta en casa, ya la tenía
preparada, pero como me entretuve en limpiar, pues es lo que pasa, tenía que
coger el tren a las 19:30 y salí de casa a las 19:20; salí tan apurada que no
me di cuenta de que salía sin ella, ya llevaba un tiempo caminando cuando, de
repente, me acordé de que me faltaba
algo, me paré en medio del camino y me pregunté en voz baja: ¿a mí me falta
algo? Retrocedí hasta casa y al llegar allí, me llevé una gran sorpresa: estaba
la maleta, pero estaba mucho más llena; resulta que unos días antes había
tocado la lotería por aquel barrio y no sé cómo, ni porqué, pero en la maleta
había un millón de euros; después cuando llegué a mi destino, se lo comenté
a mis padres y me dijeron: “¡qué gran
noticia, Bea! A ver si traes suerte a ésta familia y el 22 de Diciembre nos
toca la lotería de Navidad”, yo les dije: “bueno, tranquilos, que ahora viene
una buena racha, ya lo veréis”; y así fue, el 22 de Diciembre nos tocaron 10.000
millones de euros.
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EL DESPISTE
Cuando
cerré la puerta olvidé coger una caja en la que guardaba el regalo para mi
amiga Eva, que estaba de cumpleaños.
Salí de
mi casa, y fui a la suya, para celebrar
su aniversario. Cuando llegué a la celebración me di cuenta de que se me había olvidado
su regalo.
Así que subí
al coche, di la vuelta para recogerlo y regresar a la fiesta.
Llegué, abrí
la puerta y mi móvil empezó a sonar, era
mi amiga que pensaba que me había pasado algo porque tardaba mucho en llegar,
le dije que ahora salía hacia allí que cuando llegara le contaría lo que había pasado, colgué el móvil,
fui a la sala cogí el regalo y volví a
la fiesta de mi amiga.
Poco
después llegué a su fiesta, le pedí
perdón por llegar tarde y le conté lo que había pasado, ella se rio, me dio las gracias por el detalle
de ir a buscarlo, y que aunque no
hubiera ido que no habría pasado nada,
que lo único que importaba era que yo estuviera bien, la intención, y que yo estuviera
allí con ella para celebrarlo.
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OLVIDAR EL PASADO
Cuando
cerré la puerta olvidé de golpe todos los malos recuerdos que había vivido dentro
de esa casa cuando era niña y había visto las palizas y golpes que mi padre
había dado a mi madre durante toda su vida hasta el día de su muerte.
Cuando
ella falleció por la mala vida que él le había dado, yo tenía tres años.
Cuando
mis padres se conocieron mi padre era un buen hombre y quería mucho a mi madre
pero, con el tiempo y sin saber porqué, él cambió y empezó a pegarle. Llegaba todas
las noches borracho a casa y la maltrataba. A veces él quería golpearme a mí
pero ella no le dejaba. Una noche recibió tal paliza que murió.
Desde
ese momento y hasta que mi padre expiró, viví en esa casa con miedo a que me
pasase lo mismo. A causa de la bebida mi padre se puso enfermo y tuve que
cuidarlo hasta el día de su muerte. Cuando murió respiré aliviada porque por
fin se había acabado el infierno en el que había vivido y decidí que lo primero
que haría sería irme de esa casa y venderla.
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PODRÍA LLAMARSE DEMENCIA
Cuando
cerré la puerta olvidé que mis dedos estaban en medio, curiosamente y para
vuestra información me permito deciros que de modo instantáneo mi memoria se
agudizó (no es que yo sea un lumbrera ni nada por el estilo pero ¡sucedió!). ¿A
que sería debido tan repentino “flash”?, algo raro estaba sucediendo, lo
presentía.
Vivo
en un quinto piso sin ascensor. Lo de hacer ejercicio “mola“. Cuando subes y
bajas las escaleras fortaleces la musculatura, por medio del sudor eliminas
toxinas y me atrevería a decir que espantas a los malos espíritus. Llegué a esa
conclusión después de observar como cierta gente habla por lo bajo y se aleja despavorida.
He
de confesaros que, a veces, después de varias sesiones consecutivas de subir y bajar siento flaqueza en las
piernas y una especie de neblina pugna por cubrirlo todo. Milagrosamente en
este momento ¡sentía esa misma sensación! Pero mi angustia se acrecentaba, puesto
que, seguía pegada a la puerta y ¡he
aquí el quid de la cuestión!
Se
hizo la luz en algún rincón de mi mente, quizás cercano a la inteligencia, o a
la estupidez que se halló descubierta sin modo de evadir su culpabilidad.
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Cuando cerré
la puerta, olvidé que me había
olvidado las llaves dentro, ¡Jo¡ y no le
había dejado copias a nadie (entre
nosotros el único vecino que tengo está
muy bueno y me da mucha vergüenza darle
mis llaves) a lo mejor se cree, que va con segundas intenciones “que también”.
¡Es imposible pasar desapercibida! En el antiguo
piso el primer día, me quede encerrada
en el ascensor menos mal que
estaba con mi hermana, y no tenemos claustrofobia. Ya ves, siempre dando la
nota…
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ABRIENDO MENTES
Cuando
cerré la puerta olvidé que las llaves me habían quedado dentro de casa, y
encima sentada en mi silla de ruedas, por tener una diversidad funcional, haber
como hacía yo para recuperarlas. Vivía de forma autónoma en un cuarto piso de
la calle “Bienaventurada”, y una vez más
tendría que demostrar a la sociedad mi valía.
Bajé
hasta el portal de mi casa, y en el del lado vivía un bombero, pero como no debía dejar cerrada la mía y como no
alcanzaba en altura el portero automático, le pedí a una persona que pasaba
justo en aquel momento por la acera, que
me timbrara a un vecino del edificio, que era bombero…, alguien que estaba dispuesto en
cualquier momento y aunque no fuera su turno de trabajo, siempre echaba una mano.
Cuando llegó, trajo el material para subir
por la pared y entrar por una ventana y así poder recuperar las llaves y
entregárselas a su dueña.
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A RAÍZ
DE LA CRISIS
Cuando
cerré la puerta olvidé por un momento lo afortunados que somos al ir haciendo
un zigzag en los años que estamos atravesando para no caer, si acaso, en la
mendicidad.
Lo que
voy a relatar es un hecho verídico, de los que últimamente abundan.
Un buen
día, estando sola en casa, llamaron a la puerta. Al abrir, me encontré con dos
hombres que me ofrecían perfumes.
Supuestamente
yo tendría que probarlos y me quedaría con el elegido a bajo precio.
Recordé
lo que estaba pasando a mi alrededor y me hizo sospechar. Les dije: “écheme un
poquito en este pulso…” y me respondieron: “no, no, huélalo, por favor”. Pues
bueno, me negué y los despedí.
Al día
siguiente me enteré de que habían hecho lo mismo a una anciana. La señora al
olerlo se desmayó, ellos entraron en la casa y robaron.
Y pensé
lo intuitiva que había sido al negarme a oler las muestras, ya que ahora sería
yo la protagonista de esta historia.
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Cuando
cerré la puerta olvidé que dejaba atrás mi pasado para intentar salir adelante
y superarme como persona. Fue uno de mis peores días puesto que tenía mucho
miedo de no poder salir adelante sola, pero tuve la gran suerte de que en medio
de toda esta aventura conocí personas que me ayudaron a salir adelante.
Las
cosas fueron muy difíciles pero aun así
yo conseguí mis objetivos, hoy en día
puedo decir que me siento feliz de haberlo logrado aunque en medio de mi lucha
tuviera también muchos tropiezos, puesto que estos también forman parte de la
vida.
Con
el paso del tiempo fui descubriendo que las cosas no eran como yo creía y que
todo lo que uno quiere o al menos la mayoría de cosas si uno se esfuerza y
quiere lo puede conseguir.
Hoy
en día solo puedo decir gracias a todos por haberme ayudado tanto y haber
estado ahí, tanto en lo bueno como en lo malo porque de este modo descubrí algo que pensé que no existía, y es que
existen los amigos de verdad y que siempre a lo largo de tu vida vas encontrar
a gente que en realidad valga la pena.
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