El cuento de esta semana tiene un inicio abrupto. La
conversación entre el filósofo Citofilo (algo así como el “amante de las
citas”) y su deprimida alumna de filosofía está ya empezada. Sabemos que ella
llora por unas desgracias que desconocemos y que el sabio trata torpemente de
consolarla pues, para ello, se refiere a casos diversos de otras mujeres de la
antigüedad; unas, personas de relevancia histórica (María Estuardo, Juana de
Nápoles), otras, mitológicas (Hécuba y Niobe), que protagonizaron tragedias
dignas de recuerdo.
El filósofo parece desconocer el refrán que dice “mal de muchos consuelo de tontos”, pues
sus palabras no producen ningún tipo de alivio a la desconsolada dama.
Al día siguiente de este diálogo, el intelectual pierde a su
único hijo y casi muere de la pena. Su alumna aplica las enseñanzas de su
maestro y emplea el mismo remedio que él había utilizado antes con ella:
redacta una lista con todos los monarcas a los que les había muerto un hijo y
se la entrega al pensador. Como bien imagináis, esto de poco le sirve al
maestro.
Pasados tres meses, ambos vuelven a encontrarse y los dos
están felices, de muy buen humor. Han aprendido que el tiempo todo lo cura, y deciden
erigir una estatua en su honor, pues el tiempo es el mejor consolador, sólo él
nos ayuda a superar nuestras desgracias.
Buen resumen. Gracias!
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